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lunes, 12 de diciembre de 2016

Una nueva "Carta desde el Desierto" del Padre Christopher Hartley

“Hilo por hilo, tejiendo va... Si tú le dejas, qué bien lo hará... ¿No ves con qué primor Él sabe engalanar... con qué infinito amor no cuidará de ti?”

Navidad. Diciembre 2016

Dice el místico doctor que “el mirar de Dios es amar ” y a mí no me cabe la menor duda de que todo enviado, si es misionero de verdad, tiene el “amar” de Dios en la mirada y es que Dios lo mira todo en el mirar de cada misionero Y aprender a mirar amándole a Él en todo lo que absorbe la pupila del corazón es lo que da es sentido más hondo de su vida misionera.

Excepto que lo que contempla la mirada del misionero suele ser un panorama que a pocos en este mundo les es dado ver... Ese páramo desolado de recónditos recovecos de dolor, donde la humanidad se retuerce convulsa y el alma se te estruja ante la incomprensible existencia de tanta masa de gente ante la que uno se esfuerza cada día en creer que pertenecen a nuestra misma especie.

Saber captar al Dios que teje y entreteje la existencia de cada vida, saber que “con sola su mirada todo lo vistió de su hermosura” y que, en medio de tanto sinsentido y absurda existencia, Él engalana cada pequeña vida que nos sale al encuentro. Saber captar la hermosura de Dios y su belleza infinita en los girones de vida que a cada misionero se le deslizan entre las manos. ¡Hermosísimamente lo cantan las voces virginales y silenciosas de las almas claustrales, y con no menos ternura lo palpan las manos rugosas y encalladas de los misioneros! Voces blancas del claustro, manos de amor en la misión, que ven cada día al Dios de la vida “que hilo por hilo, tejiendo va... que descubre en todo que: Dios es mi Padre... si tú le dejas, qué bien lo hará...”

Yeshi: Los pasillos del hospitalucho de Gode son quizá la metáfora más acabada de toda la miseria que se reconcentra en esta misión; da igual girar a derecha o izquierda porque por doquier se descubren miradas desoladoras, vidas de viernes santo y rostros de perpetuo calvario. Ahí sentados en el suelo arrimados junto a la estera de su pariente (una cama es privilegio de muy pocos) las gentes miran resignadas la llegada implacable de la liberadora muerte. Esos pasillos los recorremos a diario, ya que verdaderamente somos ya parte del paisaje totalmente surrealista de esta macro-síntesis del dolor humano.


Hace un par de meses, recorriendo presurosos esos vericuetos, nos topamos con una gigantesca mujer, la palabra obesa se le quedaría corta; las enfermedades múltiples la tenían postrada sobre el suelo de barro de su destartalada habitación de adobe y enramadas. Dicen que había pasado una semana así, abandonada sobre sus propios excrementos, sin que nadie la visitara. Yesi no tenía a nadie en este mundo.

Y es triste tener que decirlo porque la verdad es que si tenía muchas personas que se deberían haber tomado la molestia de socorrerla. Yesi era un miembro muy prominente y muy activo de la “iglesia” pentecostal de Gode. Mientras estuvo sana cantó en el coro, pagó religiosamente sus diezmos, cantó aleluyas a pleno pulmón hasta enronquecer (a veces me parece que quienes gritan en la oración deben pensar como estos pentecostales que su Dios definitivamente tiene problemas auditivos...).

Pero cuando Yesi enfermó de gravedad y dejo de “asistir al culto” nadie de su comunidad vino a visitarla, ni limpiarla ni darle de comer. algunos vecinos la subieron a un destartalado carromato y fue depositada como desguace humano en un rincón olvidado del hospital. Así nos la encontramos y desde ese instante nos dedicamos en cuerpo y alma a sanar las llagas de su maltrecha pierna y espalda y sobre todo a derramar el bálsamo de la caridad hecha servicio y sonrisa sobre el alma de esta mujer abandonada.

Día y noche la acompañamos, Sister Joachim lavó incontables veces a mano, las ropas embadurnadas de excrementos, de sangre, de pus. ¡de tanta miseria humana!

Pero ambos también alzamos la voz de la denuncia ante la comunidad pentecostal que mientras presumían de perfectos y de salvados, olvidaban a esta hermana suya a una muerte indigna. De hecho, varios de los médicos sintieron el aguijón de nuestra denuncia ya que ellos eran también pentecostales.

Poco a poco se fueron acercando, pero curiosamente solo para mirar. Estaban ahí, como pasmarotes, más preocupados porque no la obligáramos a hacerse católica que por echar una mano.

Finalmente, Yesi murió. Y ahí sí que se reunió la comunidad pentecostal en masa. Nuestro puñado de católicos también la acompañó al descampado que le sirvió de entierro, a la orilla de la ciudad. Ahí estaba su coro de la “iglesia” con sus inmaculadas túnicas, dispuestos a entonar sus últimos aleluyas. Pero yo no me iba a quedar callado y a desaprovechar la ocasión de evangelizar a estos hermanos evangélicos.

Vi al pastor de su templo, me acerqué y le dije que quería hablar con él. Se quedó petrificado. Nos rodearon otros miembros de su grey y le dije que me parecía una vergüenza que hubiesen abandonado de manera tan miserable aun miembro activo de su comunidad. Le recordé el discurso de Jesús sobre el juicio final de Mateo 25 y le dije que en nombre de Jesucristo a él y a su comunidad les llamaba a la conversión y que a mí su comportamiento no me parecía digno de gente que se creía tan arrogantemente “salvada”.

Chuchu: tan ciento como que a cada crepúsculo le sucede una nueva alborada, es que a la muerte siempre le sucede y persigue la vida. Prácticamente del cementerio corrimos al paritorio donde una de nuestras mujeres de TAMARA estaba para dar a luz. No sabe su verdadero nombre, apenas si conocía al padre de su criatura, diecinueve años y totalmente sola en la vida.

Aterrorizada por su primer parto, pobre como una rata, sin un mal trapo que llevar para envolver a su criatura, Chuchu nos repetía a la hermana y a mí que nosotros éramos lo único que ella tenía en este mundo: “you are my only Father and Mother...” Sister lo había preparado todo primorosamente sin faltar detalle de los múltiples enseres que pueda necesitar una mujer para el parto. Y cuando llegó la hora, para allá que nos fuimos los dos con ella.

Era de noche.


Cuando empezaron los dolores de las contracciones, mientras la hermana corría con todos los preparativos, Chuchu me pidió que le agarrara las manos y solo me pedía que no la dejara sola, que tenía mucho miedo. Como os podréis imaginar, agarrarle las manos era mi tope en mi total torpeza en el proceso del parto, así que ese fue mi gran aporte.

Cuando por fin llegó el momento de dar a luz, fui sumariamente invitado por las mujeres a desaparecer, así que me quedé fuera rezando el rosario. Mientras rezaba pensaba en lo terrible que hubiese sido el parto de esta muchacha si no nos hubiera tenido a nosotros, si la Iglesia Católica no la hubiese acompañado.

Cuando nació el niño, Chuchu su madre, le puso por nombre Emmanuel. Y nunca fue más verdad que este nombre significara “Dios con nosotros”. Dios, que en la pobre presencia de Iglesia que somos la hermana y yo, somos el amor de Dios hecho carne, vida y caridad para esta mujer y de tantos otros hombres y mujeres que no son nada, que no tienen a nadie, pero que ahora saben que tienen a la Iglesia y la Iglesia, es su madre.

Cabras, papayas, ovejas, plátanos y sandías: el huerto de las delicias: Gracias a la ayuda de tantos y de varias organizaciones, hemos conseguido bombear agua del río que pasa por el frente de nuestro terreno, el Wabi Shebelle. Así después de dos años gastando un dineral en comprar camiones de agua, hemos conseguido no depender del suministro exterior y ahora tenemos nuestro propio sistema de suministro para uso doméstico y de irrigación.

Y con ello se están poblado de rebaños de ovejas y cabras nuestra pradera que, gracias al agua que nos habéis ayudado a canalizar, suministra la hierba que pastan nuestros animales.


Tener agua también nos ha dado la oportunidad de hacer florecer un maravilloso huerto de casi 3,000 m2. Y hemos cosechado las primeras sandías y las primeras en comerlas han sido nuestras mujeres de TAMARA. También crecen racimos enormes de jugosas papayas y en pocos meses tendremos también cientos de kilos de plátanos.

Hemos sembrado recientemente, tomates, cebollas, patatas. En fin, cuando me pongo nostálgico y vuelvo la vista atrás recordando el pedazo de desierto que nos dieron y lo veo ahora todo florecer, me parece que estoy viviendo un milagro. Milagro no solo por ver crecer una lechuga en ese terruño, sino el milagro mucho más maravilloso aún de la caridad cristina, la bondad generosa de todos vosotros, que nos habéis ayudado y seguís ayudando con vuestras oraciones y generosas donaciones.

Electricidad: Si alguna vez queréis saber lo que significa tener electricidad, os invito al sencillo ejercicio de apagar la caja de los fusibles de vuestra casa durante una semana. Os daréis cuenta lo dura, dura que es la vida sin electricidad: sin nevera, sin poder cargar un teléfono o el portátil, sin un ventilador cuando estamos a 37°C; sin cocina, sin poder congelar alimentos que por lo tanto se pudrían antes de poder consumirlos, sin. ¡tantos aparatos que funcionan con electricidad! Sin poder encender una miserable bombilla en la noche.

Así de heroicamente han vivido estos dos años la hermana y quienes han compartido su vida en “Santa María de Galilea” durante todo este tiempo. Hemos luchado sin cuartel hasta que por fin hemos conseguido que el gobierno regional nos conectara a la red nacional.

Esto no significaba que tuviéramos electricidad de manera continua y por ello fue necesario que nos lanzáramos a buscar la manera de almacenarla, a través de un sistema de inversor y baterías solares.
Después de mucho luchar y con la ayuda de amigos estupendos hemos podido lograr nuestro sueño y con enorme gratitud a Dios podemos compartir con vosotros que ya tenemos energía eléctrica las 24 horas del día. Atrás quedan las velas, las linternas, las noches en tinieblas sin saber cuándo te levantas en medio de la noche, si vas a pisar una araña o un escorpión.

Fatiya: Fue una de las primeras mujeres que encontró la hermana en sus recorridos por los burdeles, en busca de mujeres dedicadas a la prostitución y enfermas de SIDA.

Tenía dos hijas preciosas: Hanna y Hayat, de padres diferentes. Costó mucho al principio convencerla de que dejara la prostitución y se integrara en el programa de TAMARA, que le ayudara a empezar una vida nueva. Poco a poco Fatiya y sobre todo sus hijas nos fueron ganando el corazón, ¡sobre todo a mí! Al punto que en la misión, a las dos niñas las empezaron a llamar “las Hartley” o a la española “las jarlei”. Era imposible no quererlas: preciosas, salvajes, peleonas, cariñosas y muy. ¡enternecedoramente desobedientes!

Poco a poco las fuimos “domesticando”, pero crecían por que los niños inexorablemente crecen y se hacía cada vez más difícil controlarlas. Mientras, su madre, se iba apagando como un candil al que se le agota el aceite.

Cuando nos dimos cuenta que el final se acercaba, le propusimos a la madre marchar a Dire Dawa a casa de las hermanas Misioneras de la Caridad con el fin de buscar todas las ayudas posibles para la madre enferma y el futuro de las niñas.

Fatiya murió hace poco más de un mes, rodeada del cariño de sus hijas y de las hermanas. Y las niñas quedaron bajo la custodia de las monjas.

Muchos de vosotros colaboráis me muchas maneras diferentes con el proyecto TAMARA; esta historia os tiene que ayudar a ver el inmenso valor de vuestros donativos. Sin ellos, hubiese sido imposible vestir a esta madre y a sus hijas; pagar sus billetes de avión, cubrir los gastos de sus medicinas durante casi dos años. Gracias a vosotros Fatiya se fue al cielo y Hana y Hayat han comenzado una vida nueva.

Tamara: Como bien sabéis, este programa lleva más de dos años funcionando y la verdad es que nos ha dado un sinfín de alegrías. Son ya muchas las mujeres con sus hijos que han pasado por este programa y ¡qué maravilla ver cómo y cuánto han cambiado sus vidas! Verlas llegar por primera vez y verlas marchar a su nuevo futuro es una metamorfosis de gracia, verdaderamente extraordinaria.

La hermana y quienes la acompañan en esta misión, recorre por las tardes los burdeles de Gode, que aquí cínicamente los llaman “buna bets” o traducido: “casa de café”. Ahí comienza a conocer a las mujeres que se le acercan y cuentan el drama de sus vidas. Historias desgarradoras que conmueven nuestros corazones a diario.

La condición para venir a nuestro programa es que cambien de vida, dejen la prostitución y busquen una habitación alejada de los burdeles.

Las manualidades que producen las mujeres tejiendo con mil colores preciosos son una maravilla: estuches de gafas, bolsos, carteras, juegos de mesa, servilleteros. los llevamos a España y otros países para venderlos. Es increíble el dinero que han ahorrado.

Nos son pocas las que habiendo terminado el programa han podido regresar a sus pueblos gracias a sus ahorros y empezar una vida nueva, en muchas ocasiones empezando por la reconciliación con sus familias.

Otras, aquí mismo en Gode, han puesto pequeños negocios, de frutas y verduras para vivir dignamente ellas y sus hijos.

Las seguimos acompañando, somos su familia, seguimos el desarrollo de su enfermedad, les ayudamos con sus medicinas.

Pero sin duda, lo más bonito es ver como se acercan a Dios, como “culpan” a Dios de su buena suerte. Creen firmemente que Dios nos ha mandado a sus vidas para rescatarlas de una existencia infame.

No pocas de ellas han empezado a asistir a la Santa Misa los domingos. Saben perfectamente que no es requisito para ser parte del programa TAMARA, pero quieren creer en un Dios que les ha enviado gente buena. Así que en Misa tenemos los domingos, en una misma fila en la capilla, mujeres ortodoxas, musulmanas, protestantes o de ninguna religión en particular. Todas ellas se han sentido rechazadas, despreciadas, marginadas por su enfermedad y por su publica mala vida, pero de sus mezquitas y templos nadie se ha acercado a ellas para tratarlas como personas, ofrecerlas ayuda gratuita y desinteresada. Una mujer una vez dijo algo hermosísimo “yo quiero ser de tu religión, yo quiero ser de una religión que hace que la gente sea tan buena como tu.”

Este proyecto, con la ayuda de todos vosotros pronto tendrá dos importantes novedades: esperamos poder comprar un autobús de unas 30 plazas que nos ayude con el transporte, ya que nuestro “cuello de botella” para poder invitar a más mujeres es la falta de medios para traerlas hasta el centro que tiene la Iglesia a las afueras que se llama Santa María de Galilea.

La otra novedad es que pronto empezaremos la edificación de un local que se llamará TAMARA-Tabor. Una casita en la que podamos alojar a las mujeres a quienes el SIDA les gane la partida de la vida; de manera que puedan irse al cielo cerca de nosotros y las podamos atender con todo el cariño y cuidado posible. Así no tendrán que morir en el horrible hospital de Gode o tiradas en un jergón de una habitación anónima de la ciudad.


Escuelas: Muchos recordareis la carta anterior, en la que os contábamos de la llegada de tantos miles de refugiados de etnia somalí desde la región vecina de Oromía y de cómo les socorrimos inmediatamente ante su situación desesperada. Os contábamos con no poco orgullo, que gracias a vuestras generosísimas donaciones les habíamos podido construir una sencilla escuelita para comenzar a alfabetizar a cientos de niños que jamás se habían sentado en un pupitre.

Pues bien, lamentablemente, estando yo fuera de Gode, nos llegó la terrible noticia de que una noche el gobierno federal envió seis camiones militares y sin dar razón alguna a los aterrorizados refugiados, les obligaron a embarcar y a marchar, - una vez más - rumbo a lo desconocido.

Al volver a Gode fui a ver al alcalde y a pedirle cuentas de lo ocurrido, sobre todo cuando había sido el quien le había solicitado a la Iglesia ayuda con este desfavorecido sector de la población y sobre todo la inversión económica tan enorme que había hecho la Iglesia edificando la escuela y el dispensario médico.

Después de pedirnos mil disculpas y explicar que estas decisiones venían directamente del gobierno central, nos dijo que quizá la edificación se podía en parte desmontar y llevar a otro proyecto en un barrio particularmente miserable, conformado por descendientes de esclavos bantúes traficados hace decenios a los países árabes. Gentes más negras y que no son aceptados por la sociedad somalí por verles literalmente como mano esclava y ni siquiera como personas. 

Nos ofreció un terreno ya cercado en ladrillo y en un abrir y cerrar de ojos se nos juntaron casi mil niños. No lo dudamos, nos pusimos manos a la obra, desmontamos la anterior escuelita, compramos en Addis Ababa todos los materiales de construcción restantes.


Son ocho aulas. En poco más de un mes estará terminada. Esperamos que pronto puedan asistir a clase más de dos mil niños y adultos en turnos de mañana, tarde y noche. Otro proyecto que se levanta para sacar de la pobreza y marginación a estos chavales gracias a todos vosotros.

Visita del obispo: Durante la segunda semana de noviembre nos visitó nuestro nuevo obispo, Mons. Angelo Pagano. Acompañado de cuatro sacerdotes de nuestro Vicariato hizo la primera visita pastoral de la misión de Gode. Fuero días intensos de mucha oración y mucha actividad. Días verdaderamente repletos de gracia de Dios.

La Santa Misa presidida cada día por el obispo a mí me sabía a gloria. No podía por menos que volver a vista atrás y recordar lo duros, duros, duros que fueron los primeros años de misión. ¡¡¡Cuánto recé a Dios cada día pidiéndole que me mostrara el camino, que no me dejara hacer mi voluntad caprichosa, que me tomara de la mano y me llevara Él “sobre alas de águila”!!! Al ver a tantos sacerdotes alrededor de ese humilde altar de tablones de madera que yo había construido con mis propias manos, me parecía todo un sueño, un milagro.

Es enormemente reconfortante sentirse confirmado en la fe y en la misión, por quien representa - hace presente - a Jesucristo, como sucesor de los apóstoles.

Visitamos Kalafo y la escuela de Ma'aruf; el centro médico de la ciudad que, por cierto, estaba sufriendo una terrible crisis de pacientes con síntomas de cólera.

Visitamos a las autoridades, y además nos obsequiaron con una maravillosa comida con pescado de río incluido. Especialmente entrañable fue la visita a la Iglesia Ortodoxa, como hermanos nuestros en Cristo el Señor, sobre todo en un ambiente tan hostil, fue bonito abrazarse y conversar con ellos en ambiente de verdadera fraternidad.

El obispo me dijo en el aeropuerto, a modo de despedida, que se marchaba maravillado de todo lo que con tan poquita gente había hecho la Iglesia Católica en el anuncio del Reino por estos secarrales.
Se notaba que al obispo le daban muchas vueltas por la cabeza ideas nuevas que “exportar” al resto del Vicariato.


Visita del obispo a Madrid y un sacerdote más para la misión somalí: Pocos días después de su vista a Gode, Mons. Pagano y yo nos encontramos de nuevo esta vez en Madrid.

Mis queridas Oblatas de Cristo Sacerdote, una vez más me mostraron su profundísimo amor a los sacerdotes de Jesucristo y su sentido de amor universal a toda la Iglesia, acogiendo a Mons. Angelo y al fraile capuchino que le acompañaba.

En su capilla celebramos una maravillosa Misa misionera en la que de verdad pudimos todos experimentar que laicos, religiosas, sacerdotes, obispos, todos somos uno en Cristo Jesús “para la edificación de su Cuerpo que es la Iglesia”.

Mi más profunda gratitud a las HH. Oblatas por su inquebrantable disponibilidad por ayudar siempre sin esperar recompensas de este mundo. Ellas desde el silencio del claustro, sus vidas hechas “ostia viva para alabanza de su gloria ” nos sostienen a todos los sacerdotes del mundo y a los misioneros de una manera muy particular.

La visita tuvo un momento cumbre cuando nos reunimos con el Sr. Arzobispo de Toledo, Don Braulio Rodriguez Plaza - mi obispo - el Obispo de Getafe y sus respectivos obispos auxiliares, para concretar la cesión de un sacerdote joven, diocesano, para la misión “ad gentes” de la región somalí, primera, primera evangelización donde la haya. Un regalo del Señor que ha escuchado los pobres ruegos que, desde las lejanas trincheras de África, día y noche, le pedíamos “aldueño de la mies que enviara obreros a su mies porque la mies es mucha y los obreros pocos...”

Tuvimos oportunidad de pasar una tarde maravillosa con las MM Carmelitas del Monasterio de la Encarnación en Ávila. Fue una alegría inmensa tanto para ellas como nosotros, donde pudimos compartir las maravillas que hace el Buen Dios, sea tras las rejas ancestrales de un venerable claustro o en tierras recónditas y remotas de primerísima evangelización.

Ellas disfrutaron escuchando historias de evangelización que las ayudara a vivir más intensamente su vida “escondida con Cristo en Dios” y nosotros recibimos palabras de sabiduría que nos recordaran al volverá a las trincheras de estos desiertos que: “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles”.

Al marchar del monasterio, con el alma encogida y sobrecogida, al pensar que pisabamos las mismas losas que hace siglos habían pisado Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, me vinieron a la mente los versos que comenta el místico doctor en su Cántico Espiritual y que desde que me los recitara mi padre espiritual, el Venerable José Rivera, en mis años de seminario, jamos los he podido olvidar.

Palabras que a quienes tenemos por oficio ser portadores del Evangelio y trabajar con la sotana remangada y polvorienta, nos cabe siempre la tentación de creernos que somos nosotros y no Dios quien hace las obras y merece por tanto las glorias. Es un párrafo largo, pero os ruego que lo leáis con atención, os aseguro que vale infinitamente más que todo lo que lleváis leído hasta ahora en esta carta. Dice así San Juan de la Cruz:

"1. Verdaderamente esta alma está perdida en todas las cosas, y sólo está ganada en amor, no empleando ya el espíritu en otra cosa. Por lo cual, aun a lo que es vida activa y otros ejercicios exteriores desfallece, por cumplir de veras con la una cosa sola que dijo el Esposo era necesaria (Lc. 10, 42), y es: la asistencia y continuo ejercicio de amor en Dios. Lo cual él precia y estima en tanto, que, así como reprendió a Marta (Lc. 10, 41) porque quería apartar a María de sus pies por ocuparla en otras cosas activas en servicio del Señor (entendiendo que ella se lo hacía todo y que María no hacía nada, pues se estaba holgando con el Señor, siendo ello muy al revés, pues no hay obra mejor ni más necesaria que el amor), así también en los Cantares (3, 5) defiende a la Esposa, conjurando a todas las criaturas del mundo, las cuales se entienden allí por las hijas de Jerusalén, que no impidan a la Esposa el sueño espiritual de amor, ni la hagan velar, ni abrir los ojos a otra cosa hasta que ella quiera.
2. Donde es de notar que, en tanto que el alma no llega a este estado de unión de amor, le conviene ejercitar el amor así en la vida activa como en la contemplativa. Pero, cuando ya llegase a él, no le es conveniente ocuparse en otras obras y ejercicios exteriores que le puedan impedir un punto de aquella asistencia de amor en Dios, aunque sean de gran servicio de Dios, porque es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia. aunque parece que no hace nada, que todas esas otras obras juntas. Que, por eso, María Magdalena, aunque con su predicación hacía gran provecho y le hiciera muy grande después, por el grande deseo que tenía de agradar a su Esposo y aprovechar a la Iglesia, se escondió en el desierto treinta años para entregarse de veras a este amor, pareciéndole que en todas maneras ganaría mucho más de esta manera, por lo mucho que aprovecha e importa a la Iglesia un poquito de este amor.
3. De donde, cuando alguna alma tuviese algo de este grado de solitario amor, grande agravio se le hacía a ella y a la Iglesia si, aunque fuese por poco espacio, la quisiesen ocupar en cosas exteriores o activas, aunque fuesen de mucho caudal. Porque, pues Dios conjura que no la recuerden de este amor, ¿quién se atreverá y quedará sin reprensión? Al fin, para este fin de amor fuimos criados. Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como ésta. Cierto, entonces harían más y con menos trabajo con una obra que con mil, mereciéndolo su oración, y habiendo cobrado fuerzas espirituales en ella; porque de otra manera todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño. Porque Dios os libre que se comience a envanecer la sal (Mt. 5, 13), que, aunque más parezca que hace algo por de fuera, en sustancia no será nada, cuando está cierto que las obras buenas no se pueden hacer sino en virtud de Dios. Cántico espiritual. Canción 28."

Como resultado de ese encuentro de obispos, la Iglesia española nos regala un joven y magnífico sacerdote diocesano, que en los próximos meses se incorporará a la misión de la región somalí.

Se acerca la Navidad. Un año más la liturgia nos invita a contemplar arrodillados el misterio del Verbo Encarnado que en el vientre virginal de Nuestra Señora Santa María y bajo la custodia paternal de San José, nace pobre, en un rinconcito olvidado de la tierra, totalmente desconocido para la gente poderosa y rica de su tiempo.

Os animo a daros a vosotros mismos, dando a los demás, compartiendo con los más pobres de la tierra; los que tenéis en la esquina más cercana, en el semáforo más próximo, o los que tenemos en los rincones más miserables de la tierra.

En Navidad, Dios mira la bolita de la tierra con ojos de niño ¿Y qué pensará de lo que ve? ¿Llorará Dios las lágrimas de los que lloran desconsolados en tierras de conflictos y guerras, en tierras de hambrunas, enfermedades espantosas, entre tanta soledad y abandono? O más bien ¿sonreirá Dios al ver la bondad que anida en el corazón de los hombres de buena voluntad que comparten en caridad con quienes nada tiene? Que Dios llore o que Dios sonría, depende, amigos, de nosotros.

En vuestras manos esta convertir a vuestros hijos en objetos de consumo o en hombres y mujeres que quieran amar a Cristo en el sufrimiento de los hombres nuestros hermanos.

Os ponemos a todos en brazos de la Santísima Virgen y de San José en nuestra pequeña capilla, ante el Sagrario de la misión y por todos vosotros, nuestros amigos tan generosos oraremos ante el “belén” en la noche de Navidad.

Si queréis hacer alguna donación, los datos son:

Titular: Fundación Misión de la Misericordia Entidad: BANKINTER Número de Cuenta: 0128-0014-73-0100029293 Iban: ES0801280014730100029293 Código SWIFT o BIC: BKBKESMMXXX

Visitad por favor nuestras páginas web:
http://www.missionmercy.org/ o también: http://missionmercycharity.com/

Ante el Sagrario de la misión por todos oramos y con Nuestra Señora de la Misiones Madre del Verbo Encarnado, pedimos que a todos nos acoja bajo su bendito manto.

Os bendigo a todos.
Padre Christopher